El miércoles pasado, estábamos de huelga en el colegio por lo que después de muchos años subí a la buhardilla de mi casa y encontré encima de una almohada mi último cohete de juguete, el que tenía dibujados hexágonos y también otras figuras geométricas como círculos, triángulos, cuadrados... Además, pude encontrar un peluche de hipopótamo con alas de halcón que hacía unos ruidos horrorosos. Lo llamaba Héctor y solía jugar a darle de comer zanahorias y cacahuetes. Cerca del peluche, aún había varias zanahorias con moho que parecía que llevaban ahí desde la prehistoria. Me pareció que si no las tirábamos a la basura cuanto antes, la casa bien no iba a oler, sino todo lo contrario. Por tanto, las tiré a la basura y también decidí echar el perfume de azahar que tanto me gusta por toda la habitación. Ahora no hay ningún problema porque todo huele tan bien como siempre.
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